El Salmo 33 nos enseña acerca de la soberanía de Dios, su omnipresencia (Dios está en todo lugar) así como de su infinito amor, el cual llena toda la tierra y que éste especialmente se manifiesta en sus elegidos; esto es, en sus hijos los cuales son su herencia.
El Salmo también nos enseña que con tan sólo su voz los cielos fueron creados y las estrellas con el soplo de Su Palabra. Nos dice que habló y el mundo comenzó a existir, todo fue hecho por la orden soberana del Señor.
Él dirige todos los planes de las naciones y hace que sus intrigas y maldades fracasen, para que así sólo los propósitos del Señor sean cumplidos.
Él mira desde los cielos, Él ve a todo ser humano, desde su trono observa atentamente a todos los que vivimos en la tierra. Él mira no tan sólo nuestras acciones, sino lo más profundo de nuestro corazón. Él analiza cada una de nuestras actitudes porque Él hizo cada corazón de nosotros. El Salmo 44:21 dice: “Él conoce los secretos del corazón”. La escritura también dice que todo lo que pensamos, hacemos y decimos, es anotado en libros (Apocalipsis 20:12-13) porque en el día del juicio final “según el evangelio, Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres” (Romanos 2:16). Los que son juzgados para condenación son aquellos que no se arrepintieron, ni pidieron perdón ni siguieron al Señor Jesús antes de morir.
El Salmo 33 nos sigue enseñando que sus hijos están alegres y felices porque Dios es su Señor. Los ojos del Señor, literalmente, el ojo del Señor está sobre los que le temen, porque ponen su esperanza en el amor infinito de Dios (Salmo 33:18).
¡Qué cosa tan maravillosa! ¡Qué hermosa verdad! Difícil de creer que el Dios quien es gloriosamente supremo, gloriosamente soberano, creador del cielo y la tierra y de todo lo que habita en ella. Quién nos formó en el vientre de nuestra mamá, está atentamente viéndonos desde el cielo, observándonos con amor inagotable, siempre atento a nuestra necesidad, siempre siendo nuestra ayuda y nuestro escudo.
Así que todo ser humano está siendo visto en todo lugar y en todo momento por los ojos de Dios. El que no ha escuchado del Señor Jesús, o lo ha rechazado, sus obras son anotadas para condenación. Y el que ha recibido a Jesús para seguirlo como su Señor y Salvador, está siendo visto por Dios para ayudarlo, cuidarlo y bendecirlo con Su gracia y amor. ¡Alégrate, ven a Jesús, Dios te está viendo!